Sustantivos emocionales (y bilingües) acerca de la esclavitud Análisis filológico-emocional
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Emotional (and Bilingual) Nouns About Slavery Philological-Emotional Analysis

Dra. María Nayra Rodríguez Rodríguez
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España
nayra.rodriguez@ulpgc.es
https://orcid.org/0000-0002-0250-1496

Dra. Lía de Luxán Hernández
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España
liadeluxan@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0250-1496

Fecha de Recepción: 28 de noviembre de 2023
Fecha de Aceptación: 13 de junio de 2024
Fecha de Publicación: 20 de mayo de 2025

Financiamiento:
Sin financiación de ninguna entidad o persona ajena o diferente al investigador firmante.

Conflictos de interés:
Los autores declaran no presentar conflicto de interés.

Correspondencia:
Nombres y Apellidos: Lía de Luxán Hernández
Correo electrónico:
liadeluxan@gmail.com

Resumen: El presente artículo ofrece un análisis filológico-emocional de un discurso político, en donde el sustantivo será el protagonista. La investigación se centra en un fragmento bilingüe de una obra sobre la esclavitud en Cuba, escrita a mediados del siglo XIX por el influencer Mariano Torrente. Se plantea la interpretación de que puede haber categorías gramaticales emocionales y se hace uso de una metodología propia, que se nutre de las definiciones de grandes teóricos de la lengua, así como de autoridades en el campo de la psique emocional. Presentamos un gradiente cuatripartito: las palabras se clasifican por su categoría, emoción, retórica e intensidad. Se demostrará que el sustantivo es la categoría gramatical con mayor carga emocional.

Palabras clave: categorías gramaticales. sustantivos. emociones. herramienta filológica-emocional. Mariano Torrente. influencer. esclavitud.

Abstract: This paper presents a philological and emotional study of political language in the context of slavery in Cuba. To this end a bilingual paragraph of an essay written by the influencer Mariano Torrente in the 19th century was analysed. In accordance with previous literature and following ad hoc philological-emotional strategies, grammatical categories were investigated with special focus on nouns. Comparison analyses of words were established based on their grammatical category, emotion, rhetoric and intensity. Nouns are proposed as the most emotional grammatical category.

Keywords: grammatical categories. nouns, emotions. philological-emotional strategy. Mariano Torrente. influencer. slavery.

INTRODUCCIÓN

El planteamiento fundamental de la investigación que aquí nos convoca es demostrar que las categorías gramaticales emocionan o tienen la habilidad de epatar. En este estudio, analizaremos un fragmento persuasivo de mediados del siglo XIX acerca de la esclavitud en la isla de Cuba[1]. Tengamos en consideración que la sociedad actual, marcada por las redes sociales, se nutre, tal y como subraya Rodríguez-Rodríguez (2021), de la inmediatez, de los sustantivos emocionales, de la impostura del emisor para influir en la conducta del receptor, de los verbos en presente de indicativo para expresar la noción de cercanía con el interlocutor, de los adjetivos afectivos y de las metáforas conceptuales[2]. Estamos ante técnicas de persuasión, de marketing, es decir, de retórica.

¿Cómo demostrar la conexión entre la gramática y la emoción? ¿Quiénes emocionan con la gramática? ¿Los sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios emocionales son productos del siglo XXI? Nuestra investigación se sustenta también en la tesis de que es en la retórica donde esta simbiosis entre la gramática y la emoción se dan cita, así como en que son los influencers, en el sentido amplio del término (recuérdese que la palabra influente está reconocida en el Diccionario de la Real Academia española desde 1803) quienes, probablemente de forma intuitiva, emplean las armas gramaticales emocionales con la finalidad de persuadir, de convencer, de vender sus ideas, productos, negocios... Esta manipulación, estas estrategias de neuromarketing (en el sentido más amplio del término) han estado siempre ahí.

Bosch (1997, 185) asevera que el discurso persuasivo refleja una intencionalidad por parte del emisor. Asimismo, afirma que el empleo de los recursos lingüísticos en este contiene carga afectiva. Partimos de la hipótesis de que el autor de nuestro texto objeto de estudio, Mariano Torrente, un político-orador-escritor es un influente puesto que manipula[3], hace uso de los principios de la retórica clásica: pathos, ethos y logos aristotélicos[4] y, cómo no, de las grandes categorías gramaticales; en especial, del sustantivo, para emocionar en uno u en otro sentido. Nos centraremos en el pathos aristotélico del texto de Torrente; en concreto, en el estudio de los sustantivos emocionales, que abordaremos a través de un gradiente propio.

  1. SUJETO Y OBJETO DE ESTUDIO

Torrente (12 de octubre 1792 – 28 de julio de 1856) es un influente en todo el sentido del término: un político con vocación de servicio público, que hace de su pluma su tribuna para convencer, para influir, para manipular[5]. La obra que aquí nos concierne, Esclavitud en la isla de Cuba o Slavery in the Island of Cuba, es un escrito bilingüe (las páginas pares están redactadas en español y las impares, en inglés), publicado en 1853, que nace con el objetivo de hacer frente a la prensa inglesa, de rebatirla, así como de defender la causa española y proponer la transformación de los esclavos en colonos (lo que se ha denominado por muchos historiadores `segunda esclavitud´)[6].

Nuestro objeto de análisis se centra en un fragmento de las páginas 34 y 35[7]:

  1. Versión en español:

En la corte de Cristobal todo era abundancia (1), y en la de Petion todo miseria (2). ¿Y porqué? Porque el negro (3) no trabaja sino se le obliga; y si trabaja es tan solo uno ó dos días de la semana en que gana cuanto bastarle puede para los restantes que invierte en su habitual estado de inercia (4), ó lo que es lo mismo, en el dolce far niente. Tan solo los aguijones del hambre (5) los despiertan de su letargo (6). En los momentos de la recolección de frutos se les ofrece hasta dos pesos de jornal, y á pesar de un aliciente tan poderoso (7), á la par que destructor del cultivo, como que no puede sostenerse con altos jornales, trabajan á lo sumo la mitad de la semana, destinando la otra mitad a su invencible pasión (8) por permanecer dias y noches acostados, en lo que cifran la suprema felicidad (9). (Torrente, 1853: 34)

  1. Versión en inglés:

In the court of Christophe all was abundance (1), and in that of Petion all was misery (2). And why? Because the negro (3) never works, save on compulsion; and even when he does work, it is only one or two days a week, during which time he can earn enough to serve him for the remainder, which he employs in his habitual state of indolence (4), or what is the same, in dolce far niente. The stings of hunger (5) alone can rouse him from his lethargy (6). At the time of the fruit crops two dollars per diem are offered, and in spite of such powerful inducement (7), and which at the same time destroys cultivation, as it cannot be carried on at such high rates of labour, they work at the most only half the week, devoting the rest to their invincible passion (8) for remaining days and nights in repose, which they consider to be the acme of human happiness (9). (Torrente, 1853: 35)

En este párrafo, autotraducido por el político-influencer, se refleja una de las tesis fundamentales del discurso de Torrente: el africano no puede ser un hombre libre, dado que su naturaleza salvaje lo abocaría al caos, a la desidia, a un estado no propio del ser humano civilizado. La figura de `colono´ le permitiría gozar de una semilibertad. Se le estaría brindando la posibilidad de tener un techo, un salario y un trabajo; por ende, se le educaría en la disciplina y en la vida en sociedad[8]. Este planteamiento discursivo se sustenta en el pathos aristotélico que se manifiesta en las categorías gramaticales que hemos denominado <<emocionales>>.  

  1. HACIA EL SUSTANTIVO EMOCIONAL

  1. Actos comunicativos emocionales

Las emociones son consustanciales a la comunicación. Esta última es definida por Gómez Fernández (1988, 25), quien tomó como punto de partida de la teoría de la información de Jakobson (1974, 130 y ss.), como “la transmisión de mensajes […] desde el emisor al receptor”. Mas este significado no es del todo satisfactorio: no se está tomando en consideración un aspecto que el propio Gómez Fernández apunta, pero que no recoge en su definición: estamos ante un “acto de interrelación social” (1988, 26), por lo que la teoría de la relevancia de Wilson y Sperber (1986 y 2004), que se nutre de la máxima fundamental de Grice (1989) “la mayor parte de la comunicación humana es la expresión y el reconocimiento de intenciones” (Wilson y Sperber, 2004, 237-238), desempeña aquí un papel preponderante.

En los años 80 del siglo pasado, estos autores (Wilson y Sperber) establecieron la conexión entre la comunicación y la intención del hablante: surgieron así los conceptos de ostensión e inferencia. La ostensión consiste en los mecanismos que utiliza el emisor para llamar la atención sobre el receptor. La inferencia hace alusión a la interpretación del receptor. Mariano Torrente emplea los sustantivos emocionales para resaltar los aspectos más significativos de su tesis, esto es, convencernos de que el esclavo negro debe ser colono, puesto que si vuelve a la situación anterior a la esclavitud, sería un salvaje.

Por tanto, toda comunicación conlleva una intención implícita o explícita, y, en consecuencia, la expresión de las emociones (pathos aristotélico). Estas se manifiestan en la comunicación de manera verbal y no verbal. De Luxán Hernández (2021, 324-329) analiza las palabras de Mariano Torrente de manera general, sin centrarse ni en la gramática en sí, ni en un fragmento en particular de la Memoria[9]. Establece ocho categorías para clasificar el lenguaje empleado por este influencer del siglo XIX: el bienquedismo, el tajantismo, la ironía, el victimismo, la licencia poética, el paternalismo, el heroísmo y el desprecio.

En nuestro estudio, nos detendremos en la expresión lingüística de las emociones a través de las categorías gramaticales que hemos denominado `emocionales´, y, más específicamente, del sustantivo. Para ello no solamente haremos uso de la clasificación de De Luxán Hernández (2021, 324-329), sino que deberemos acudir a las aportaciones de los estudiosos de la psicología emocional, entre los que destaca Ekman. Este autor (1992, 34) resalta que de los estudios tanto de su colega Izard (1971), como del suyo propio (1970, 1972), y en conjunto tanto con Soreson y Friesen, (1969) como únicamente con Friesen (1971, 1982) puede desprenderse que el enfado, el miedo, la tristeza, el disgusto y la sorpresa son las cinco emociones universales:

[…] we both obtained consistent evidence of agreement across more than a dozen Western and non-Western literate cultures in the labeling of enjoyment, anger, fear, sadness, disgust, and surprise facial expressions. (Ekman 1992, 34)

Las emociones mencionadas se dan cita, se ejecutan y se palpan, es decir, se desarrollan, en nuestro cerebro. Maclean (1990) sostiene que el ser humano posee un cerebro triúnico (triune brain), esto es, un cerebro que puede subdividirse en tres partes bien diferenciadas, pero que se complementan entre sí: el reptiliano (reptilian complex), el límbico (limbic system) y el neocórtex frontal (neocortex). El reptiliano es el cerebro primitivo, que controla los comportamientos conocidos como `instintivos´: la supervivencia, la territorialidad, la agresividad… El límbico es, precisamente, aquel que se caracteriza por concentrar las emociones (aquí nos interesan las cinco universales que recoge Ekman – el enfado, el miedo, la tristeza, el disgusto y la sorpresa –) y el neocórtex frontal es aquella parte de la mente humana que alberga la función superior del lenguaje.

Harari (2020, 36) defiende la tesis de que la aparición del lenguaje simbólico se conecta con la evolución del cerebro del homo sapiens. Creemos que al evolucionar el cerebro del homo sapiens, el cerebro límbico se hizo más complejo y tuvo que canalizar las emociones a través del lenguaje. Es en el cerebro reptiliano donde Torrente siente miedo a perder la razón; esa emoción la filtra por el cerebro límbico hasta pasar por el neocórtex o función superior del lenguaje y, por ende, a la verbalización de la emoción, esto es, a la estructura superficial chomskiana.

Ekman y Chomsky coinciden en los universales del ser humano, dado que el segundo fundamentó su tesis en los universales lingüísticos y en el hallazgo del Dispositivo de adquisición lingüística o DAL. Dos décadas después, Ekman trataba de buscar las emociones universales en el hombre. Una investigación interesante sería aquella en la que uniera el inicio del lenguaje con la expresión de las emociones.

  1.   Categorías gramaticales emocionales

En el presente estudio se atribuirá al concepto `categoría gramatical´ el significado de `clases de palabras´ (recuérdese que este término puede aludir también a la flexión y a la función). Estas se clasifican en dependientes o independientes. La investigación se centra en las últimas mencionadas, es decir, en las que ostentan la mayor fuerza de significado. Gili Gaya (1970, 98) y Coseriu (2016, 67) las definen como aquellas partes lingüísticas de la oración con carga semántica autónoma. Son el sustantivo, el adjetivo, el verbo y el adverbio. El sustantivo es la sustancia de la realidad; el adjetivo, la cualidad del nombre; el verbo, la acción expresada en pretérito, en presente y en futuro; y el adverbio, la categoría que indica la circunstancia.

Para examinar el pathos, que en el Diccionario de Retórica y Poética (Beristain, 1992: 203) se define como “un estado afectivo más inmenso […] [, como] la conmoción que sacude al espectador […], al lector […] o al público […] que hace llorar u horrorizarse […]” se ha de tener en consideración que estas cuatro grandes categorías gramaticales autónomas (el sustantivo, el verbo, el adjetivo y el adverbio) no son solamente valiosas en el discurso por su significado, sino también por su sema emocional. Así, a pesar de que en el DLE se establezca que por aguijón debe entenderse

[una] punta o extremo puntiagudo del palo con que se aguija, [un] órgano punzante, generalmente con veneno, que tienen en el abdomen algunos arácnidos, como los escorpiones, y algunos insectos himenópteros, como la avispa, [un] estímulo, [una] púa que nace del tejido epidérmico de algunas plantas [o una] espuela,

Mariano Torrente[10] le añade un matiz emocional negativo-persuasivo ligado al concepto de hambre.  He aquí una metáfora conceptual propia del discurso persuasivo.

En virtud de lo anterior, hemos creado una herramienta para el análisis de textos discursivos, de la que se hará uso en el presente trabajo.

  1. El sustantivo emocional

El centro de la emoción es, a nuestro juicio, el sustantivo. Bello (1981,151) señala que esta palabra es el referente, el objeto de nuestro pensamiento, y, nosotras añadimos, que es, por ende, el núcleo de nuestras emociones, y el gran influente del discurso. En la Nueva Gramática de la Lengua Española - NGLE - (2010, 209) se recoge que tradicionalmente se han clasificado los sustantivos en concretos y en abstractos. Los primeros son descritos por Bello (1981,103) como objetos que se pueden concebir o representar como reales. En esa misma línea, el DLE y la ASALE[11] designan a los nombres concretos “como seres reales o [que] se pueden representar como tales”; mientras que los segundos son definidos por esta como aquellos “nombre[s] que no designa[n] una realidad material”. De ahí que los sustantivos emocionales sean catalogados normalmente como abstractos.

A pesar de esa clasificación tan extendida, los académicos tildan en la NGLE (2010, 209), a reglón seguido, el binomio concreto/abstracto de “escurridizo”. Ello está en consonancia con la afirmación de Bosque en la Enciclopedia de Lingüística Hispánica (2016) acerca de que los sustantivos no tienen una tipología universalmente aceptada, así como con lo establecido años atrás por Wiemer-Hastings y Xu:

At first glance, abstract concepts (e.g., difference) are easily distinguished from concrete concepts (e.g. bucket). Only concrete concepts represent physical entities, defined by spatial boundaries and perceivable attributes. However, physicality as the distinguishing factor is unsatisfying: It characterizes abstract concepts only by exclusion […] (Wiemer-Hastings y Xu 2005, 720)

Los sustantivos emocionales, considerados tradicionalmente como abstractos por una exclusión no del todo satisfactoria, son también palpables y, por tanto, reales. Cuando el emisor expresa una emoción, no es independiente a ella, sino que esta se le manifiesta a través de uno o más sentidos. Por ejemplo, el miedo no solo se siente con la arritmia, sino también con el tacto a través de la transpiración. En el texto que nos convoca, el vocablo miseria/misery, calificado por la gramática como abstracto, se externaliza a través de la inacción del trabajo del negro/negro. Esto está abocado a producir en el receptor una sensación de rabia, miedo, desasosiego e impotencia, que se traduce en rojeces en la piel, en ardores y en sudores.

Los sustantivos emocionales son tanto concretos como abstractos. Concretos, en el sentido expresado en los ejemplos anteriores: la emoción se exterioriza y se convierte en manifestaciones tangibles, como las lágrimas, la fiebre, el ardor corporal, la transpiración, las erupciones… Aunque también son abstractos, dado que, por sí mismos, no tienen una existencia corpórea: el texto es el que concreta su sentido y, por tanto, su entidad.

Es más, no solamente es “escurridiza” la clasificación `concreto/abstracto´: los sustantivos emocionales pueden ser comunes o propios, contables o no contables, colectivos o individuales… En consecuencia, pensamos que más bien debería establecerse una escisión entre los nombres emocionales y los no emocionales, y analizarlos conforme a la herramienta filológica-emocional que aquí presentamos.

  1. HERRAMIENTA FILOLÓGICA-EMOCIONAL

Figura nº 1. Catalogación de las categorías gramaticales en obras bilingües

Fuente: Elaboración propia

De acuerdo con lo expresado en los apartados anteriores, hemos creado una herramienta
ex profeso (figura nº 1) para medir las emociones del texto, en la que las categorías gramaticales representan el vector principal. Este planteamiento teórico se fundamenta en Gili Gaya (1970, 98), quien ya advirtió que una palabra por sí misma tiene un significado general y que en la frase es donde se establece “la irradiación afectiva”, además de la “representativa” y “conceptual”. Nuestro interés recae en determinar la afección anímica de las cuatro categorías gramaticales emocionales ya mencionadas no en la frase, sino en el texto.

El instrumento que aquí se presenta es un gradiente propio, que se sustenta en la teoría de las emociones de Ekman (1992, 34), en el binomio conceptual de ostensión/inferencia de Sperber y Wilson (1986 y 2004), en la clasificación de De Luxán Hernández (2021, 324-329), en la metáfora conceptual del sonido como intensidad de la emoción, así como en la emblemática frase existencial de Ortega y Gasset “yo soy yo y mis circunstancias[12]”. `Yo´ desempeña el papel del sustantivo emocional, y las circunstancias están conformadas por el contexto situacional, el cotexto, el propósito comunicativo, el significado aséptico del significante, así como la carga retórica del vocablo dentro del texto.

Como puede observarse, al estar ante un texto bilingüe, debe el filólogo hacer una distinción entre lo escrito en español y lo redactado en inglés, de tal forma que pueda efectuarse un análisis contrastivo. Tendrá también que señalar ante qué categoría gramatical se está.  Esta tarea lleva aparejada, además, la asignación de un número del 1 al 4, en donde el `4´ representa la mayor carga emocional, y el `1´, la menor. Nos hemos decantado únicamente por las categorías independientes (sustantivo, verbo, adjetivo, adverbio), al ser estas las de mayor sema emocional.

Partimos de la base de que el sustantivo es la categoría emocional por excelencia, pues es la sustancia, tal y como apuntó Aristóteles en su Poética[13] y así lo recoge también el DLE, que lo define como “[aquello] que tiene existencia real, independiente, individual [y que es] importante, fundamental, esencial”, y, por ese motivo, se sitúa en la cúspide piramidal emocional y se le atribuye el número `4´.

El verbo goza también de una importante fuerza en la parte sentimental del acto comunicativo. Sitúa al emisor y receptor en un espacio temporal, que no siempre se corresponde con el real strictu sensu, sino que es escogido por el pathos que se atribuya, consciente o inconscientemente, a los hechos que se narran. Estimamos que debe ocupar una posición inferior al sustantivo; por ello le asignamos el número `3´. La RAE y la ASALE (2010: 45) señalan que esta categoría admite un gran número de subdivisiones dado que aporta “varias informaciones morfológicas, y también porque las relaciones de dependencia que contraen con otras secuencias articulan en buena medida la estructura de la oración”.

Tras el verbo situamos al adjetivo, que según la RAE y la ASALE (2010: 44) se divide fundamentalmente en “calificativos” y “relacionales” o “de relación”. En nuestro rastreo solo hemos tenido en cuenta los adjetivos calificativos, pues son los que, a nuestro juicio, reflejan realmente emoción. Ejemplos de ellos son poderoso/powerful o invencible/invincible, que encontramos en el fragmento objeto de análisis.

Con el número `4´ se sitúa al adverbio, que, de acuerdo con los gramáticos de la RAE y la ASALE (2010:45), se puede subdividir en función de su significado. No obstante, aquí nos interesa la emoción que pueda expresar. Consideramos que indica emoción porque se refiere a la circunstancia de esta en el momento, en el tiempo, en el modo. No es lo mismo estar enfadado en un momento determinado que tener un carácter furioso.  

A la categoría gramatical afectiva le acompaña una emoción ekmaniana (1992, 34): el miedo, el enfado, la tristeza, el disgusto y la sorpresa. Como puede observarse, dado que estamos ante un texto de corte emocional negativo, el gradiente, del 1 al 5, se ha establecido en función de más a menos fuerza negativa. De este modo, el miedo, definido por el DLE como “[la] angustia por un riesgo o daño real o imaginario [; el] recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”, se configura como la emoción de corte menos positiva y con más fuerza, de ahí que se le atribuya el número `5´.

A continuación, con el número `4´, le sigue el enfado, sintetizado por el señalado diccionario como “enojo […] [,] impresión desagradable y molesta que hacen en el ánimo algunas cosas [,] afán […]”. Con el número `3´, en posesión de un tono menos enérgico pero melancólico, se sitúa la emoción de la tristeza, definida por el DLE como “cualidad de triste”, adjetivo al que le atribuye los sinónimos de “afligido” y “apesadumbrado”.

El disgusto, que se dibuja como una tristeza diluida, después de haber pasado por un miedo irascible y un enfado melancólico es nuestra emoción número `2´. La Academia lo define tanto como “[un] sentimiento, [una] pesadumbre […] [y una] inquietud causados por un accidente o una contrariedad”, como “[un] fastidio, [un] tedio o [un] enfado que causa alguien o algo”. Por último, la sorpresa, el aparente rayo de positividad dentro de la negatividad, entendida por el diccionario de Cambridge como “an unexpected event […]”, recibe el número `1´.

En nuestra herramienta, las categorías que hemos catalogado como emocionales se relacionan también con la retórica en sí misma considerada. En nuestro caso particular, el filólogo tendrá que relacionar cinco de las ocho clasificaciones propuestas por De Luxán Hernández (2021, 324-329) acerca de la pluma de Torrente para analizar el grado de emoción de las categorías gramaticales. Así deberá fijarse en las más emocionales y establecer si la palabra demuestra desprecio, tajantismo, victimismo, paternalismo o bienquedismo. La retórica emocional de Torrente se graduará, al igual que en el supuesto anterior, en función de la mayor carga negativa.

De este modo, el desprecio, definido por la Academia, en su segunda acepción, como “desaire [o] desdén” se alzará con el número `5´. El tajantismo, neologismo de De Luxán Hernández (2021, 324-329) como sustantivación del adjetivo “tajante”, que es concebido, entre otras cosas, por esa misma entidad como algo “concluyente, terminante, contundente”, será el número `4´. En el medio, con el número `3´, se situará el victimismo, explicado por la RAE como “tendencia a considerarse víctima o hacerse pasar por tal”. Con el número `2´ se puntuará el paternalismo, definido por la Academia como aquella “tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre [o padres] […] a relaciones sociales de otro tipo […]”. En última instancia, con la menor carga negativa emocional, se situará el “bienquedismo” (al que se le atribuye el número `1´), sustantivo de creación propia de De Luxán Hernández (2021, 324-329) y que hace alusión a un comportamiento impostado convenientemente para adaptarse a cómo se espera que se actúe ante una determinada circunstancia.

Además, el estudioso de la lengua emocional tendrá que indagar con qué intensidad se hace uso de la categoría gramatical emocional. Para ello hemos establecido un gradiente que se fundamenta en los diferentes tonos de voz. En este supuesto, entendemos este concepto como sonido, aunque, metaforizado[14], puesto que estamos ante un discurso escrito. Hemos establecido cuatro tonos o intensidades diferentes: mudez, susurro, voz tenue, voz elevada y grito.

La mudez, es decir, tal y como es descrita por el DLE en su segunda acepción, un “silencio deliberado y persistente” sería la emoción menos intensa, y, por lo tanto, le atribuimos el número `1´. El susurro, planteado por la RAE en su primera definición como un “ruido suave y remiso que resulta de hablar quedo” sería un escalón más de intensidad, por lo que ostenta el número `2´. La voz tenue está relacionada con la delicadeza, pero su sonido es mayor que el del susurro, de ahí que le asignemos el número `3´. Por encima de la voz tenue hemos situado a la voz elevada, y, por ende, es el número `4´. Si se eleva la voz un poco más, ya se está ante un grito, que el DLE lo conceptualiza en su primera acepción, precisamente, como una “voz muy esforzada y levantada”, esto es, muy elevada. El grito es, en consecuencia, nuestro número `5´.

La herramienta presentada es, por tanto, de mucha utilidad para llevar a cabo un análisis de las categorías gramaticales emocionales.

  1. ANÁLISIS FILOLÓGICO-EMOCIONAL

De acuerdo con la herramienta filológica-emocional explicada, se procederá en este apartado a examinar la emoción del texto, en base a las categorías gramaticales independientes que son emocionales. El protagonista de este estudio es el sustantivo con sema afectivo. Tras un estudio minucioso del fragmento transcrito en el epígrafe segundo del presente artículo, se ha detectado que son nueve los nombres que se analizarán en base al gradiente cuatripartito establecido. Los términos objeto de investigación aparecen acompañados en alguna ocasión por otro sustantivo, adjetivo o adverbio, que actúan como intensificadores de la emoción y, por ende, como forte del sustantivo emocional:

  1. Abundancia/abundance
  2. Miseria/misery
  3. Negro/negro
  4. Habitual estado de inercia/habitual state of indolence
  5. Aguijones del hambre/stings of hunger
  6. Letargo/lethargy
  7. Aliciente tan poderoso/such powerful inducement
  8. Invencible pasión/invincible passion
  9. Suprema felicidad/acme of human happiness

Figura nº 2. Análisis del primer término

Fuente: Elaboración propia

Tanto en la versión española como en la inglesa, el influencer bilingüe en pro de la figura del colono, emplea el mismo sustantivo emocional, al que asignamos la emoción de sorpresa. Estamos ante un nombre afectivo de signo aparentemente positivo que nos mantiene expectante. Nos expresa el autor esta emoción ekmaniana con la intensidad del susurro. Imaginemos aquí el texto como una partitura musical: las palabras son las redondas, blancas, corcheas, semicorcheas… que se mueven por el pentagrama, guiadas por la voluntad paternalista-tajantista, y evidentemente despreciable, de Torrente. Nos encontramos por debajo de la primera línea en un pentagrama en clave de sol: la abundancia es un `do´.

Su postura paternalista es aquí la predominante. Guiado por una metodología conductista en su retórica, Torrente emplea el vocablo abundancia/abundance en un tono bajito, murmurado, enmascarado en positividad.  Su voz se irá elevando muy rápido, in crescendo, en ese primer tema musical hasta llegar, en una octava, al grito de misera/misery.

Figura nº 3. Análisis del segundo término

Fuente: Elaboración propia

La batuta de nuestro orador, jinete de la no-abolición, se muestra enérgica en cuestión de segundos: ese paternalismo ahogado en un susurro que demostraba con la abundancia/ abundance alcanza el pico máximo de intensidad en la emoción del enfado. Torrente parecía querer engañar a su auditorio con el empleo de una música susurrada, de un do grave sostenido por un pedal, pero era una maniobra paternalista de distracción. Estábamos ante una sorpresa que se convertiría en ira con disfraz de enfado.

Tanto en la lengua inglesa como en la española el vocablo misera/misery se asocia emocionalmente a una situación negativa de la humanidad. Torrente se muestra tajante en demostrar una antítesis entre la Corte de Cristobal y la de Petion. Abundancia/abundance y miseria/misery es un oxímoron empleado por el autor para polarizar su discurso y así contrarrestar el aurea mediocritas clásico.

En este fragmento, Torrente sigue fielmente el principio de la simplificación propagandística (Davies 1996, 500), propio de las políticas extremistas, con el objeto de manipular a través de la emoción del miedo. Si se deja al esclavo negro a su suerte y se aplica la máxima francesa laissez faire laissez passer, la sociedad se verá sumida en la misera/misery, como consecuencia de la vagancia del negro.

Figura nº 4. Análisis del tercer término

Fuente: Elaboración propia

El término que aquí ahora nos convoca, igual en ambas lenguas, provoca que nuestra herramienta alcance los picos más altos en los cuatro gradientes. Posee una mayor carga despreciativa en la inglesa que en la española, dado que el empleo de negro en inglés causa una sensación similar que el uso de la palabra negrata en la actualidad, en países de habla hispana. La categoría gramatical empleada es un sustantivo: el adjetivo negro/negro está precedido por un determinante artículo determinado para atribuir de mayor intensidad ese miedo con el que desprecia torrente a los esclavos africanos. Estamos ante una intensidad que se expresa de manera estratégica en forma de grito.

De Luxán Hernández ya establece esa negatividad en el vocablo que ahora estudiamos, al analizar la retórica de Torrente

Como podemos comprobar, este adjetivo, que en el contexto que nos ocupa actúa como sustantivo, está asociado a la negatividad y ello encaja perfectamente con la esclavitud. Lo negro es lo clandestino, lo sucio, lo triste, lo melancólico, lo oscuro…; es la antítesis del bien, la representación del diablo, de la muerte, de los pensamientos siniestros. (De Luxán Hernández 2021, 330):

Figura nº 5. Análisis del cuarto término 


Fuente: Elaboración propia

La melodía alcanzó su nota más alta con el término negro/negro. El desprecio de Torrente, con una voz elevada, sigue siendo, no obstante, el acorde predominante en esta oda hacia el no-abolicionismo y la clara vagancia y no saber estar del esclavo africano. El autor mediante los términos habitual estado de inercia/habitual state of indolence es un poco más agresivo en su desprecio y enfado en la lengua de Shakespeare. La indolencia conlleva un grado de insensibilidad mayor que la inercia, pues parece haber una falta de voluntad en ella, mientras que la inercia es atribuible a objetos no pensantes. Si se pretende influir en el proceso neuronal del lector (neuromarketing o retórica moderna) y guiarle a que piense que el negro es un ser vil y despreciable, el enfado con la palabra indolencia causa un efecto más contagioso en esta dirección.

Estamos ante un supuesto de doble categoría gramatical. Por un lado, puede advertirse la presencia de un doble sustantivo (42) en ambos fragmentos: estado/state e inercia/indolencia y, por otro, de un doble adjetivo (22): habitual/habitual y de inercia/of indolence. El protagonista es la inercia/indolencia, considerada como sustantivo con entidad propia, aunque con la también atribuible función de adyacente del nombre estado/state, que, por sí mismo, no es emocional.

La intensidad del desprecio no llega al grito. El adjetivo habitual es muy enérgico porque añade a la inercia e indolencia una gravedad importante en el enfado miedoso de Torrente, quien quiere reforzar la idea de que los negros no merecen ser liberados puesto que son holgazanes.

Figura nº 6. Análisis del quinto término


Fuente: Elaboración propia

En su afán de persuadir hacia el no a la abolición de la esclavitud e incidir en la idea de la vagancia del negro, Torrente parece considerar ahora el momento de, sin dejar de gritar, quedar bien, con cara de falsa tristeza. Acude a una metáfora conceptual para proyectar en el oyente de esta música amenazante una empatía hacia la desgracia ajena. El pobre esclavo tiene mucha hambre: es tal su apetito que, cual abeja, el sustantivo emocional hambre/hunger le causa aguijones/stings en su piel.

Al igual que en el supuesto anterior, para demostrar el bienquedismo que aquí nos convoca, hace uso de una doble categoría gramatical, y es el sustantivo emocional (hambre/hunger) el que también actúa de adyacente del que no presenta esa carga tan afectiva (aguijones/stings), aunque unido a hambre/hunger, su valor emocional aumenta.

Figura nº 7. Análisis del sexto término

Fuente: Elaboración propia

La tormenta del grito se dulcifica: ahora Torrente aumenta su negatividad con una intensidad menor. Es tajante con su pensamiento, mas, en esta ocasión, pretende demostrar miedo y, por tanto, preocupación. Se reafirma en la necesidad de tutela del negro, quien parece vivir en un estado de letargo/lethargy constante, del que hace falta despertarlo.

Figura nº 8. Análisis del séptimo término


Fuente: Elaboración propia

Del miedo impostado Torrente pasa a la tristeza enmascarada. La tajante marcha militar hacia la salvación del negro se representa, de nuevo en forma de grito de desesperación, a través de la expresión aliciente tan poderoso/such powerful inducement. Muy hábil con el lenguaje, el influencer hace uso del adjetivo emocional poderoso/powerful y del adverbio tan/such para intensificar, en forma de grito continuo, la holgazanería del salvaje de color negro.

Figura nº 9. Análisis del octavo término

Fuente: Elaboración propia

En un continuum melancólico de grito en forma de redonda en la parte superior del pentagrama, Torrente, en su sin límite afán despreciativo y sin filtros, emplea el sustantivo afectivo pasión/passion, que acompañado del adjetivo emocional calificativo invencible/invincible aviva la llama negativa de la holgazanería del esclavo negro, de acuerdo con las circunstancias orteguianas.

Figura nº 10. Análisis del noveno término

Fuente: Elaboración propia

Como colofón del fragmento, el sintagma nominal
suprema felicidad/acme of human happiness hace de bombo y platillo del adagio en forte en pro de la no abolición de la esclavitud. En una lectura superficial, podríamos pensar que la emoción es positiva en sí misma. No obstante, en una interpretación más profunda, en la que tenemos en cuenta la visión de Sperber y Wilson de ostensión e inferencia, observamos que el autor nos muestra el sustantivo felicidad/happiness para que el lector efectúe la inferencia negativa de que la felicidad del negro radica en estar todo el día y toda la noche acostado. Por tanto, interpretamos que la emoción que predomina es el miedo con tintes falsos de tristeza y acompañado de acordes enérgicos de desprecio. La intensidad es de un grito porque Torrente cree de manera categórica en lo que expresa: fusiona su estructura profunda (pensamiento) con la estructura superficial (lenguaje) chomskyanas.

Llama la atención el hecho de que en la versión española no se haga uso del adjetivo humano/human, que dota al texto en inglés de una intensidad mayor y, en consecuencia, de una carga emocional mucho más rotunda. El empleo de human en inglés propicia que el lector anglófono se identifique todavía más con esa ansiada felicidad.  

Figura nº 11. Gráfica acerca de las emociones Ekman

 


Fuente: Elaboración propia

Como puede colegirse de la figura nº 11, la emoción palpable de Mariano Torrente, en su ostensión, es la de un miedo (33,3%) con tintes de enfado (22,2%), falsa tristeza (33,3%) y tenue sorpresa (11,1%). El autor enfatiza más en las emociones de signo negativo. Pretende convencer con un miedo aparente, enojoso y lastimoso para que el receptor empatice. El autor, tanto en inglés como en español, emplea un lenguaje hiperbólico, polarizado y simplista[15] para llamar la atención del lector. En tan solo un párrafo observamos sustantivos como miseria/misery, negro/negro, aguijones/stings, hambre/hunger, pasión/passion para terminar con suprema felicidad/acme of human happiness.

El dominio de las emociones que describe Ekman (1992, 34) se aprecia en el texto, puesto que selecciona sustantivos que tienen un sema emocional. En el fragmento no hay contención ni término medio. Oscila desde la tristeza hasta la suprema felicidad como si fuera un péndulo sin equilibrio, aunque siempre con rabia, desprecio y un miedo nada contenido. Por eso produce una reacción en el lector de un signo positivo o negativo. Ahí reside la fuerza ilocutiva de este fragmento.

Estos sentimientos se perciben (inferencia) porque el autor emplea sustantivos (neocórtex) con fuerte carga emocional (cerebro límbico) para llamar la atención en el receptor (cerebro reptiliano). Así, haciendo uso del binomio chomskiano “estructura profunda y estructura superficial” (Chomsky 1957), podemos afirmar que Torrente, en su cerebro tripartito (triune brain), tiene un sentimiento que se materializa en los sustantivos emocionales.  

Figura nº 12. Gráfica acerca de la retórica de Torrente


Fuente: Elaboración propia

El modo de dirigirse al público de nuestro influencer es despreciativo (55,6%) y tajante (22,2%), guiado por una metodología conductista con ánimo de manipular al receptor en su convicción de que el paternalismo (11,1%), siempre impostado y egoísta, es la única solución posible para que el pobre esclavo negro (bienquedismo – 11,1%) viva en abundancia/abundance y no en miseria/misery.

Puede advertirse en su retórica una cosificación del esclavo africano. La agresividad bienquedista y paternalista de sus palabras mece con brutalidad la psique del objeto de su aparente preocupación y del público al que se dirige. El fragmento adolece de falta de datos científicos para convencer. Torrente prefiere utilizar el pathos aristotélico para persuadir.

Figura nº 13. Gráfica acerca de la intensidad en el discurso

Fuente: Elaboración propia

Estamos ante un texto muy intenso, plagado de gritos (66,7%), voces elevadas (22,2%) y algún susurro (11,1%) estratégico. Esta rotundez en su timbre de voz nos muestra su fe ciega ante lo que siente y piensa.  El influencer con su vehemencia quiere que el espectador también interiorice su tesis.

CONCLUSIONES

Podría interpretarse que existe una nueva taxonomía de las categorías gramaticales: las emocionales y las no emocionales; y, en consecuencia, se ha evidenciado que la gramática y la emoción están en plena conexión en el discurso, eminentemente en el persuasivo. Son emocionales únicamente aquellas catalogadas por Gili Gaya (1970, 98) y Coseriu (2016, 67) como independientes, esto es, con carga semántica autónoma. Nos referimos, en orden descendente, de mayor a menor carga emocional, al sustantivo (4), al verbo (3), al adjetivo (2) y al adverbio (1).

El sustantivo, como sustancia de la realidad que es, es la abeja reina. De ahí que se le haya prestado una atención significativa en el análisis filológico-emocional que se ha efectuado del fragmento de un texto, de mediados del siglo XIX, escrito con una pasión intensa y despreciativa, con tintes falsos de tristeza, por nuestro influencer Mariano Torrente.

En este artículo se ha presentado una herramienta filológica-emocional, basada en las cinco emociones universales de Ekman (1992, 34), en los mecanismos de ostensión e inferencia de Wilson y Sperber (1986 y 2004), en la clasificación de De Luxán Hernández acerca de la retórica de Torrente (2021, 324-329), en la máxima de Ortega y Gasset “yo soy yo y mis circunstancias” (1914) y en la intensidad de la emoción, de acuerdo con una metafórica concepción del sonido.

De nuestro análisis podría desprenderse que el sustantivo deja de ser únicamente parte de la oración que designa objetos, animales o personas, para añadir el sema emocional según una intensidad interna: grito (5), voz elevada (4), voz tenue (3), susurro (2) y mudez (1). El sonido y la categoría gramatical se fusionan para epatar en el lector de ambas lenguas.

A raíz de este estudio, nos atreveríamos a extraer la conclusión de que el influencer (en el sentido más amplio del término) hace uso de las categorías gramaticales emocionales para epatar, convencer y manipular. Creemos que se ha podido corroborar, por tanto, asimismo, la tesis de Rodríguez Rodríguez (2021) de que los influentes muestran de una manera natural, y sin filtros, sus emociones. Ello nos ha conducido a la afirmación de que, efectivamente, y siempre a nuestro juicio, Mariano Torrente responde al perfil del influencer, pues se expresa sin contención, con un timbre de voz muy agudo, sin apenas pausa.

En la retórica de Torrente, apreciamos la sinestesia, que consiste en la superposición de sentidos: la maneja con maestría. Ahí está la clave de la fuerza de su discurso. Así con los grupos nominales de aguijones del hambre/stings of hunger y aliciente tan poderoso/such powerful inducement no solamente transmite un mensaje sin más, sino que nos grita su desesperación, su desprecio, su enfado… en forma de miedo y falsa tristeza.

El discurso de Torrente tuvo repercusión por su coherencia: actuaba y escribía como pensaba. Sus tres cerebros estuvieron en consonancia. Hemos asistido a una oda hacia el no-abolicionismo de la esclavitud de los considerados por el autor, y gran parte de la población de la época, como salvajes. Sus palabras denotan su gran manejo del arte de la retórica, de la diplomacia, de la manipulación y, por tanto, de una interiorización de las categorías gramaticales emocionales y del pathos aristotélico.

Creemos que es una evidencia que la gramática y la emoción están en constante comunión en el acto de la comunicación. Torrente se dirige con vehemencia, desprecio, tristeza y gritos ante un público bilingüe. Intensifica sus emociones en la lengua inglesa para paliar la flema inglesa e igualarla a la pasión hispana. Es el sentimiento humano un lenguaje universal. Las categorías gramaticales pueden emocionar.

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Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad y no necesariamente reflejan el pensamiento de la Revista.

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[1] Cf. De Luxán Hernández, L. 2021

[2] Cf. Lakoff, G; Johnson, M. 1980

[3] Lakoff y Johnson, Metaphors

[4] Cf. Aristóteles, 2002. 

[5] Cf. De Luxán Hernández, 2021

[6] Cf. Galván Rodríguez, E. 2014. Cf. Luxán Meléndez, J.M. 2018

[7] En negrita aparecen las palabras que se analizarán, así como el orden en que se estudiarán.

[8] Cf. De Luxán Hernández, L. 2021

[9] En este artículo analizamos un párrafo de ese documento y nos fijamos en las categorías gramaticales emocionales; en concreto, en el sustantivo.

[10] Véase apartado nº 2: fragmento en español de la página nº 34 de la Memoria sobre la esclavitud de Mariano Torrente

[11] Las siglas ASALE hacen alusión a la Asociación de Academias de la lengua española.

[12] Cf. Ortega y Gassset, 1914  

[13] Cf. Aristóteles, López Eire, A. (traducción comentarios y notas). 2002

[14] El dominio fuente es el timbre de voz y el dominio destino, la intensidad de la emoción.

[15] Cf. Davies, N., 1996,500